+ 8 septiembre + Cartas a Iris +

* Día Internacional de la Alfabetización *




Cartas a Iris

Año: 1989. Duración: 114'. Edad: A. Dirección: Martin Ritt. Intérpretes: Jane Fonda (Iris), Robert de Niro (Stanley), Swoosie Kurtz (Sharon).

Argumento

Iris King, una mujer que acaba de enviudar, trabaja duramente para sacar adelante a sus dos hijos. Un día, al salir de la fábrica, es asaltada por un carterista, pero un hombre acude en su ayuda. Se trata de una persona acomplejada e insociable que no sabe leer ni escribir, razón por la cual acaba siendo despedido de su trabajo. Entonces será Iris quien le ofrezca su ayuda.

Fragmento

(5 min./23:20-28:20; DVD: cap.4)
El jefe descubre que Stanley no sabe leer ni escribir y le despide.

Para iniciar el debate

¿Qué ocurre en este fragmento?
¿Por qué Iris descubre que Stanley no sabe leer?
En el bar, Stanley enumera la cantidad de cosas que no puede hacer. Cita algunas.
¿Qué razones le da el jefe para despedir a Stanley?
¿Por qué es importante saber leer y escribir?

Guía para el debate

  • Día Internacional de la Alfabetización (8 septiembre). Proclamado por la UNESCO en 1965.
Antes de la proyección
  • Vocabulario y localización espacial.
Después de la proyección
  • Preguntas para iniciar el debate
Actividades paralelas
  • Escribir un diario


Texto del fragmento
—El olor de las pastas de chocolate me da dolor de cabeza. Necesito más descanso.
¿Tienen aspirinas?
—No.
—Sí. Busca debajo del mostrador. Delante de ti. Ahí tenemos muchas medicinas.
—Esto son Rolleys… ¡Sanny! Olvídelo.
—¡Eh, Cox! Voy a poner el culo de alguien a la parrilla. Y no me diga que va a llamar al sindicato porque yo llamo a la policía. Dos mil dólares de mercancía para esta cocina no han entrado aquí. ¿Qué se ha creído ¿ ¿Qué yo estoy ahí arriba chupándome el dedo? Tengo un contable. Y puede que tenga mal aliento, pero tiene muy buen ojo. ¿Qué pasó con mi mayonesa? ¿Qué pasó con mis 70 kilos de café? ¿Qué pasó con mis latas de atún? Vamos, ¿quién está engordando a mi costa?
—Desde luego Stanley Cox, no.
—¿Quién es usted? ¿Por qué lo dice? ¿Sabe algo que yo no sepa?
—No sabe leer ni escribir. Así que no ha sido él.
—¿Le importa que me siente?
—No tengo muchas ganas de compañía.
—¿Le he descubierto, verdad?
—Sí, señora, así es.
—Iba a tener problemas.
—Yo siempre tengo problemas.
—No debe avergonzarse de eso.
—¿Seguro que no?
—No ha robado ningún banco.
—Ni puedo abrir una cuenta en uno.
—¿Qué hace con el dinero?
—Guardarlo bajo el colchón, como un vagabundo.
—Nunca he pensado cómo debe ser eso.
—Si vives en una ciudad y no sabes leer los nombres de las calles, estás perdido. Preguntas a la gente, les abordas. Preguntas a tres personas, a cuatro: ¿por dónde es, por dónde voy?, ¿cómo voy hasta allí? No puedes coger el autobús, no puedes leer a dónde va. No puedes conducir porque no puedes sacarte el permiso. Tengo un nombre y no sé escribirlo. Soy un ser humano y no sé leerlo.
—¿Por qué no hace algo para remediarlo?
—¡Oiga, Cox! Cierre el agua. Quiero hablar con usted. Lo siento, tengo malas noticias. Hoy es su último día. Puede recoger la liquidación.
—¿Ha tenido alguna queja?
—No, no. Todo lo contrario. Usted cocina muy bien.
—Entonces, ¿qué he hecho mal?
—Usted no sabe leer, ¿comprende? Podría equivocarse de caja. Podría querer una caja de sal y coger una de polvos matarratas o algo así. Usted es un peligro. Podría envenenar sin querer a un montón de gente. Y yo podría tener un montón de denuncias. Oiga, mire, usted es un buen hombre. Se presenta a trabajar a la hora y todo eso, pero…¡hoy en día todo son denuncias!

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